24.

La noche blanca se derrite
en tu piel y
la escarcha cruje entre tus dedos,
y tu oído se asusta del silencio.
Los suspiros se congelan
y aguardan, petrificados,
el momento de vagar por el universo:
allí es a donde van a morir
todos los que no tienen rumbo,
sin misión ni ilusión
les ocultan las estrellas, sabiendo
que son entes perdidos y que
como ellas
no saben cómo regresar
a un lugar en el que nunca estuvieron
y en el que siempre soñaron estar.